martes, agosto 28, 2007

OVEJAS BUENAS, OVEJAS MALAS



Hace varias semanas en mi buzón recibí publicidad política sobre una iniciativa popular (referéndum o plebiscito) propuesto por uno de los partidos de la derecha suiza. En la nación helvética no es extraño recibir abundante información de partidos y movimientos sociales; Suiza se distingue por un antiguo régimen de “comunas” y “cantones” (municipios y provincias respectivamente como diríamos en América Latina y España) en los que la participación social es altamente ejercida y valorada. En esta parte de los Alpes no es extraño votar varias veces al año para decidir sobre temas que van desde leyes nacionales fundamentales hasta asuntos urbanos como el trazado de una vía o el horario de apertura de los supermercados.
Llamó mucho mi atención que el diseño gráfico de la publicidad mostrara tres ovejas blancas agrupadas bajo la bandera nacional Suiza que expulsan, con cara de temor, a una oveja negra, también asustada; incluso una de las blancas “patea” a la negra. La frase que acompaña la promoción de esta iniciativa popular es contundente: “Por más seguridad. Iniciativa popular por la expulsión* de los extranjeros criminales”. La imagen va acompañada de un texto que muestra estadísticas sobre la criminalidad en el país y que busca justificar la necesidad de enajenar de las fronteras nacionales a quienes siendo extranjeros cometan crímenes.
En Suiza es enorme cantidad de población con origen en todos los continentes: el país cuenta con la mayor proporción de población inmigrante de Europa, más del 20% del país es extranjero. Aparentemente las relaciones interétnicas se producen en un ambiente de intercambio e integración a través del sistema educativo y otras formas innovadoras (clubes, exposiciones de arte, fiestas, otras). Si bien existen tensiones producto de la rápida transformación poblacional y étnica experimentada en las últimas décadas, la convivencia parecería estar garantizada en un país amigo tradicional de los derechos humanos y dueño de un modelo de imparcialidad y paz social reconocida en todo el orbe. Cabe preguntarse entonces: ¿Qué está sucediendo para que se plantee la necesidad de expulsión de extranjeros que comentan ilícitos o crímenes?, ¿Porqué emergen viejos íconos gráficos para diferenciar a “pobladores buenos” de “pobladores malos”? ¿Ha entrado en crisis el modelo multiétnico de convivencia?.
Este cuento de las “ovejas malas y las ovejas buenas” ha traído a mi memoria innumerables episodios históricos en los que el extranjero es, en ocasiones, identificado como “indeseable”, “proclive a la delincuencia” o “ajeno a las buenas costumbres”; estos calificativos suelen ir acompañados de prejuicios racistas en los que de común “lo negro”, “lo indígena” o “lo agitanado” sirve para generar una identificación prejuiciada entre raza y comportamiento. Por citar algunos ejemplos globales: en Ecuador, se suele asociar la inseguridad urbana a la presencia de “costeños”, “negros” o “colombianos” (el prejuicio racista a veces cobra formas escandalosas en los Andes: recuerdo como en una ocasión un grupo de miembros de una comunidad afroecuatoriana de visita en Quito fue detenido, cacheado e interrogado en el local de una conocida farmacia… ¡Solo por ir a comprar medicinas¡). Otro ejemplo del mismo talante: las protestas suburbanas ocurridas en Francia en 2006 mostraron como los jóvenes revoltosos, especialmente los de origen africano y árabe, sufrían discriminación laboral y educativa siendo a menudo identificados como “poco educados” o “incultos” por parte de la sociedad gala.
Ovejas blancas, ovejas negras, ovejas multicolor
Buscar la Europa existente hasta mediados de siglo XX en la que coincidían las fronteras nacionales con las lingüísticas y con rasgos físicos (raciales) es imposible hoy debido a la migración internacional. Europa hoy es multicolor. Para la economía del viejo continente es imprescindible la mano de obra del Tercer mundo que a menudo es “moreno”, “negro”, “indígena” o “agitanado”; a su vez las nuevas comunidades en Europa están modificando no solo las percepciones de identidad sino las condiciones laborales, los mercados culturales y la fisonomía de pueblos y ciudades.
Ante esta realidad: ¿Cabe entonces utilizar la metáfora de las ovejas blancas y las ovejas negras para representar la sociedad y sus problemas?... francamente me parece que no. ¿Qué opinan Ustedes?.

Alex Rivas, Agosto de 2007

* Traduje como expulsión la palabra renvoir del francés, otros significados: despido, devolución, remisión.

NOTAS SOBRE LAS IMÁGENES:
GRÁFICA DE LA PUBLICIDAD POLÍTICA SOBRE OVEJAS BLANCAS Y NEGRAS (www.udc.ch)

FOTO DE ESTA MISMA PUBLICIDAD CON GRAFITTIS Y TACHONES. AUTOPISTA ENTRE GINEBRA Y LAUSSANE.