lunes, octubre 29, 2007

Racismos: ¿y ahora qué?


Cuando escribo estas letras varios eventos en apariencia sin relación copan los medios de comunicación de buena parte de Europa (y del mundo): primero, el video de cómo un hombre español de 21 años agredió a una emigrante ecuatoriana de 16 años en el metro de Barcelona; segundo, el triunfo arrollador del partido suizo de la extrema derecha en las legislativas del pasado 21 de Octubre (agrupación autora del polémico dibujo de inspiración racista de “ovejas blancas y negras” que comenté en mi último artículo).

La relación entre ambos eventos tiene que ver con los extranjeros. En el primer caso, una cámara de seguridad de un tren subterráneo de Barcelona captó como un hombre increpa, insulta, manotea y patea a una joven mujer morena que viajaba sentada en solitario al interior de un vagón; lo peculiar de la agresión es el sentimiento de odio que aflora en su autor al constatar la presencia de una extranjera en el mismo espacio público que él. En el segundo caso, el triunfo del partido político suizo (que promueve como nacionales valores asociados a la autonomía, el anti-europeismo, el conservadurismo, el orgullo de una identidad cultural neutral, la defensa de los capitales privados, entre otros) que define como básica una agenda claramente xenófoba negando la posibilidad de nuevos asilos políticos, la construcción de nuevos minaretes (torres de las mezquitas musulmanas) y con intenciones de convertir en política pública un prejuicio racista que asume como “honesta” a la piel blanca frente a la “delictiva” piel obscura.

Para los latinoamericanos y otros extranjeros que vivimos en Europa estas noticias nos encaran con una tendencia continental cada vez más creciente: la emergencia de valores nacionalistas que propugnan la superioridad de las razas nacionales-regionales europeas frente a las extracomunitarias (latinoamericanas, asiáticas, africanas, orientales, otras). En definitiva y en palabras sencillas, nos vuelven público lo hasta ahora soterrado, informal, marginal: el racismo. Ideas racistas que recuerdan viejos prejuicios que en otras épocas sirvieron para dar fundamento a proyectos políticos como el nazismo (1933-1945), endebles argumentos ideológicos (superados desde la ciencia) que, según la coyuntura social, aparecen y desaparecen para recordarnos lo ajenos que somos a este continente (aunque seamos imprescindibles para sus exitosas economías...)

Si bien el caso del racista del tren ha merecido la censura de gran parte de la opinión pública de España e Iberoamérica, aún es escasa la aplicación de una política pública que establezca sanciones y que a la vez impida el florecimiento del germen racista: el atacante barcelonés está libre. En el caso de Suiza, la realidad invita a tomar los análisis y el futuro con sumo cuidado: podría suceder que una vez en el poder legislativo, la extrema derecha convierta en política nacional sus propios prejuicios racistas y que con el tiempo se dinamite el andamio multicultural que sostiene la convivencia social. En la Confederación Helvética, una acelerada utilización de discursos nacionalistas, ha extendido sino el odio, sí el miedo hacia el extranjero.

Parecería que Europa no logra aún desarrollar formas de integración social que eviten o disminuyan el florecimiento de prejuicios, xenofobia y actitudes racistas; si a esto sumamos que la llegada de extranjeros es cada vez mayor y que sus colectivos son cada vez más públicos, las presiones y tensiones entre los diversos grupos sociales irá in crescendo. ¿Están los sistemas jurídicos europeos listos para contener acciones racistas?, ¿Son suficientes las acciones culturales (ferias, presentaciones artísticas) que a menudo organizan municipios y cantones para prevenir actitudes racistas?, ¿Qué rol deberían cumplir las escuelas públicas en la prevención de acciones racistas?, ¿Qué instancias legales o instituciones protegen a los emigrantes y extranjeros de posibles acciones racistas?.

Con los casos del racista del tren y el triunfo de las “ovejas blancas” se muestra lo endeble del proyecto europeo de democracia y diversidad social… quizá lo más inquietante es constatar que el manejo de lo público no previene el racismo y lo que es peor: que el poder puede servir para castigar o premiar las diferencias raciales.
¿Y ustedes que opinan?

Alex Rivas
Octubre de 2007

Fotos: elpais.es