jueves, enero 23, 2014

BRASIL Y LOS ROLEZHINOS...

La situación general de las sociedades civiles latinoamericanas me sigue preocupando, y mucho. ¿Emergen?, ¿se ahogan?, ¿son apagadas o escuchadas?, ¿buscan el poder o solo brindan equilibrios sistémicos?, ¿tienen proyecto o solo despliegan demandas?...
La institucionalidad de Brasil no ha logrado canalizar el descontento profundo manifestado en las calles en 2013; hace poco leíamos con asombro como movimentos de jóvenes (marginados, favelados la mayoría… ROLEZHINHOS los llaman –paseantes-) de algunas ciudades se citaban en centros comerciales (de barrios de élite) para  activar protestas con notorios mensajes en contra la distinción cultural, de consumo y de clase.  El espacio público abierto por el capital para el consumo masivo ante las protestas se llenó de temor: hoy se impiden las manifestaciones y esto termina por elitizar aún más el carácter excluyente de los shoppings.
A propósito de este fenómeno urbano, juvenil, contestatario y profundamente sentido por muchos, les comparto este texto sobre la crisis social de Brasil que escribí y difundí por algunas redes sociales en junio de 2013, lo allí reflexionado sigue estando vigente.  Un abrazo a todos. 
Alex Rivas, Enero, 2014


Algunas ideas para analizar e interpretar al Brasil de 2013 (texto original, Junio de 2013):

1. el modelo económico y político basado en la extracción de recursos naturales, el crecimiento económico y las políticas públicas de redistribución han fracasado: el modelo no logra satisfacer las necesidades de grandes y pequeños colectivos. La ilusiones mediáticas de alto crecimiento económico acumulado por años, de altos movimientos bursátiles, el publicitado alto nivel adquisitivo de la población, han chocado con los ciudadanos y su falta real de oportunidades ante reglas verticales en donde el capital está por sobre las personas. Brasil despertó de la larga noche imaginada del consumo y sus beneficios ilusorios.

2. el discurso y las prácticas de izquierda transformadas en políticas públicas no logran transformar la realidad hacia la equidad, la transparencia y el buen vivir para la mayoría de ciudadanos (no se ha logrado el necesario cambio de modelo civilizatorio que propuso Darcy Ribeiro hace 30 años). Producir más, medir mejor la pobreza o distribuir alimentos para el programa Fome Cero, no han logrado la ansiada movilidad social pregonada por los progresistas, al contrario: las clases sociales se han atomizado en el país de Lula y Dilma.

3. los jóvenes emergen como una nueva fuerza política al organizar, apoyados en las redes sociales y la tecnología de los celulares. Las protestas lleva como sino la lucha contra la corrupción, criticas al despilfarro, reclamos ante la falta de justicia social; se hace explícita la crítica contra un Estado Vertical con una sola idea central de bienestar: la acumulación del capital.

4. el batacazo brasileño de estos días, con cientos de miles de manifestantes en las calles, muestra que los límites para los gobiernos de izquierda-progresista se hallan en sus propios cimientos: los ciudadanos insatisfechos. Una tendencia en apariencia renovadora (viene del siglo XIX) en exceso tecnocrática igualó ciudadanos a estadísticas-cifras-indicadores. El ciudadano de a pie siente una gran distancia entre su vida y esos números inapetentes en los buses y las callles, hombres y mujeres aspiran a una mayor participación y extensión del concepto de bienestar.

5. la crisis de representatividad y legitimidad de los partidos políticos provocadas por su majeo elitista y lejano a los intereses del bien común, muy posiblemente dará paso (si los empresarios y los poderosos medios de comunicación lo permiten) a nuevas formas de democracias latinoamericanas menos fundadas en caciques, líderes partidistas y campañas mediáticas ilusorias. Por si no se lo ha dicho todavía: hoy más que nunca es el momento de los movimientos sociales. Los movimientos deberían aprovechar el capital simbólico y político de las manifestaciones para actuar de cara a alcanzar el poder político.

6. La gestión oficial de la democracia actual debe dar paso a mecanismos para que los colectivos sociales asuman como verdaderos actores políticos con influencia en las riendas de los Estados.

7. las grandes mayorías en Brasil y de las Américas reclaman menos discursos de poder y más eficiencia en las políticas públicas... estamos ante la crisis, quizá la más grande en lo que va del siglo, la más intensa de la democracia tradicional... pocos ciudadanos ya confían en ella. Los limites del actual sistema se han mostrado de cuerpo entero.